jueves, 18 de marzo de 2010

África nuclear

Cada vez más países en África están fijando su atención en la generación de energía nuclear de frente a las crecientes demandas energéticas, el continuo deterioro de la infraestructura de producción y la reducción recursos naturales como el carbón y el petróleo.

Según el Organismo Internacional de Energía Atómica de Naciones Unidas (OIEA), por lo menos 20 países africanos -de una manera u otra- han expresado interés en el inicio de un programa nuclear.

Paralelo a ese interés, hay críticos que se oponen a la idea por razones diferentes que van desde el alto costo de la tecnología y consideraciones de tipo ambiental, hasta las advertencias sobre la proliferación de armas atómicas en manos de gobiernos inestables.

Todos están de acuerdo, sin embargo, en que los países del continente deben hacer una considerable inversión en la infraestructura si es que quieren lograr la seguridad energética que les permitirá cumplir sus metas de desarrollo para el siglo XXI.

Además, las potencias que cuentan con los conocimientos y la tecnología para la construcción de reactores y enriquecimiento de combustible nuclear están ansiosas de penetrar el mercado africano.

De manera que, aunque los programas energéticos que están sobre la mesa contemplan una mezcla de varias fuentes de producción, la opción nuclear se esgrime cada vez con más fuerza en la discusiones.

"Bullicio" nuclear

El único país de la región que tiene un programa nuclear significativo es Sudáfrica. Cuentan con dos reactores que fueron construidos por los franceses en los años '70 y '80, que entraron en operación en 1984 y 1985.

Se esperaba que estos reactores fueran los precursores de muchos más en el país y el continente, pero la actitud mundial en esa época hacia la energía nuclear no permitió mayores desarrollos.

No obstante, las cosas están cambiando. El OIEA afirma que decenas de países se han acercado al organismo para pedir consejos o algún tipo de asistencia aunque eso no signifique un compromiso directo para construir un reactor nuclear.

"Todos los países del norte de África han expresado interés de una u otra manera", dijo a BBC Mundo Hans Holger Rogner, director de Estudios de Planeación y Economía del OIEA. "Estos países tienen la mayor probabilidad de empezar un programa nuclear porque son los que más tiempo llevan considerándolo. Egipto, por ejemplo, lleva 20 años".

El funcionario explicó que hay una enorme voluntad política en Egipto, pero cada país tiene su propia manera de hacer público su interés. Puede ser una conversación directa con el organismo, un acuerdo de cooperación con otro país, hasta una simple declaración "inocua" emitida por un ministro.

Es así como se ha escuchado "bullicio" sobre el tema de parte de Uganda, Congo, Tanzania, Namibia y Ghana.

Angola tiene un programa formal para estudiar sus capacidades y, recientemente, Kenia recibió un préstamo de US$320 millones de Japón para impulsar el sector energético, incluyendo el desarrollo de una planta nuclear. La nación asiática es una potencia en tecnología avanzada para la producción de energía nuclear.

Nigeria, el país más populoso de África, solicitó asistencia técnica al OIEA para establecer un programa. "Nigeria vino a nosotros en 2002 o 2003. Hemos visitado el país, intercambiado expertos y continuamos en discusiones. Es algo que se toma paso a paso", señaló Holger Rogner.

La siguiente etapa será establecer qué tipo de infraestructura, asistencia económica e instrumentos legales se necesitarían para echar el programa a andar.

Aunque Nigeria es el mayor productor de petróleo del continente, la medida es apenas lógica para garantizar seguridad en el ámbito energético, manifestó a la BBC Phillip Lloyd, profesor del Instituto Cape Peninsula en Ciudad del Cabo, Sudáfrica.

"La red energética de Nigeria se está desbaratando. Su capacidad de generación es anticuada y también está cayéndose en pedazos. La perspectiva de tener un suministro continuo de energía y poder apagar todas esas plantas de diesel que tienen andando en cada patio trasero es verdaderamente muy atractiva", recalcó Lloyd.

El catedrático es un acérrimo promotor de la energía nuclear, principalmente por el potencial de generación de decenas de miles de megavatios y por el retorno a largo plazo de la inversión.

"Hemos llegado a un punto particular en el que el mundo está buscando generar energía en volumen, plantas que produzcan fácilmente 1.000 megavatios", insiste Lloyd. "Un reactor nuclear construido hoy duraría 60 años en operación. Aún si dura solo 30, seguiría siendo una inversión muy competitiva y, naturalmente, no despide dióxido de carbono a la atmósfera".

Esta relativa limpieza es otro aspecto que hace muy atractiva la tecnología atómica hoy en día.

El pensamiento general es que no se puede continuar quemando combustibles fósiles por el efecto que tienen sobre el medio ambiente. La producción de energía nuclear deja una "huella de carbón" muy pequeña y las emisiones de gases invernadero en todo el proceso de minería, extracción y preparación de la materia prima son ínfimas.

Costo escondido

No obstante, hay quienes advierten sobre un costo escondido y de graves consecuencias. Para Mark Borcherf, director de la agrupación energía renovable Sustainable Energy Africa, el costo presentado por quienes abogan por la energía atómica es artificial.

"Nadie incluye el precio de lidiar con el desperdicio atómico. Tomaría mucho tiempo antes de tener un centro que administre todo ese volumen de desperdicio eficientemente y que garantice que no se vaya a filtrar al medio ambiente", afirmó.

Los desechos del proceso nuclear toman décadas en degradarse, algunos permanecen tóxicos por un cuarto de millón de años, afirma Borcherf.

"¿Quién absorbe ese costo?¿La sociedad, durante las próximas 100 generaciones?", preguntó a la BBC. "Desde nuestro punto de vista eso es fundamentalmente inmoral".

Para el profesor Lloyd, del lnstituto Cape Peninsula, el tema de los desperdicios es más político que económico o ambiental. "Técnicamente hablando, hago referencia a Suecia donde cantidades de localidades están peleando las unas con las otras por el derecho a manejar ese desperdicio".

Mark Borcherf reconoce que la aplicación de energía renovable no es tan fácil, al fin y al cabo el Sol no se puede encender cuando uno quiere y al viento no se le puede pedir que sople de un momento para otro, pero insiste en que es el mejor camino para proteger el medio ambiente.

"En Sudáfrica la energía eólica es muy eficiente en términos de costo. También se está trabajando sobre energía solar concentrada. Son dos campos en los que se ha embarcado el país, pero debemos hacerlo de forma más amplia y rápida".

Aún así, acepta que no hay una gran voluntad pública a favor de una mezcla energética limpia y renovable. "La gente quiere el máximo al mínimo costo para seguir consumiendo y desarrollando. Ése es el espíritu".

¿Y la inestabilidad política?

Quizás la mayor oposición podría venir de quienes advierten contra una tecnología nuclear en manos de gobiernos inestables y una repetición como la de Irán, que desarrolla un agresivamente un programa nuclear que asegura tiene fines pacíficos pero Occidente sospecha que podría resultar en armas atómicas.

Holger Rogner del OIEA explicó a la BBC que el organismo impone ciertas condiciones que aseguran que hay un entendimiento entre las agencias reguladoras, el país que busca desarrollar el programa y los grupos o potencias que ofrecen la tecnología.

"El tema principal es que las instalaciones estén completamente seguras, bajo nuestra inspección en el manejo de materiales nucleares y que se cumplan todos las otras convenciones, incluyendo la de no proliferación", recalcó el funcionario.

A pesar de las aprensiones políticas, el profesor Phillip Lloyd no ve otro camino en el futuro mediano plazo para una región que busca el desarrollo económico.

"Hay una relación muy estrecha entre la cantidad de energía que un país tiene en su haber y su ritmo de crecimiento económico".


Tomado del sitio web de la BBC de Inglaterra.


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