Catalunya fue pionera en el desarrollo de la energía eólica en tierra, y ahora va camino de ser la primera comunidad que tendrá molinos de viento también en el mar. Dentro de dos años, frente a la costa de Tarragona, se levantarán los primeros aerogeneradores que se construyan en el Mediterráneo, según el proyecto del Institut de Recerca en Energia de Catalunya (IREC), una agrupación de empresas, universidades y administraciones catalanas presidida por el conseller de Economia, Antoni Castells, muy comprometido en el proyecto.
Hasta ahora, los únicos parques eólicos marinos del mundo se han instalado en el mar del Norte, gracias a la escasa profundidad de sus aguas.
La previsión es que los primeros molinos de mar españoles estarán frente a la costa de Tarragona, en una zona aún por concretar, pero presumiblemente entre Vandellòs y el Delta. El lugar ofrece abundantes recursos eólicos y garantiza el funcionamiento de las máquinas más de tres mil horas. El proyecto permitirá, además, crear un gran laboratorio para mejorar el conocimiento sobre la producción de electricidad en el mar.
El proyecto (denominado Zèfir) se desarrollará en dos etapas. En una primera, se levantarán entre dos y cuatro molinos de viento a unos 3,5 kilómetros de la costa, en una zona con agua de escasa profundidad (35 metros), lo que permitirá anclar las máquinas con una cimentación en el fondo del mar. Y, a continuación, para una segunda etapa se plantea situar entre seis y ocho aerogeneradores a unos 20 kilómetros del litoral, en aguas con una profundidad de 100 metros. Esto obligará a colocar los molinos sobre estructuras flotantes sujetas con tirantes al fondo del mar para que no sean arrastrados.
Aunque el proyecto debe pasar aún el trámite de la evaluación de impacto ambiental, sus promotores ya han solicitado la conexión a Endesa para entregar la electricidad limpia a la red. Los primeros molinos (20 MW) darían electricidad equivalente al consumo de unos 8.000 hogares.
La necesidad de construir molinos de viento en el mar responde en gran parte a "la saturación que ya existe en tierra", según explica Antoni Martínez, director del IREC. De hecho, por ejemplo, en Dinamarca, se dejaron de construir molinos en tierra, pues el territorio ya está sembrado de cuatro mil máquinas. A la vez, la necesidad de emplear esta fuente renovable queda recogida también en los planes del Gobierno español, que ha expresado su deseo de instalar entre 4.000 y 5.000 MW de potencia eólica en el mar para el 2020.
La eólica marina abre grandes expectativas, aunque, hasta ahora, sólo ha desarrollado en el mar del Norte. La plataforma continental de este mar ha permitido colocar los molinos como si se tratara de una instalación en tierra, ya que, a una distancia de 60 o 70 kilómetros de la costa, las aguas tienen una profundidad de tan sólo entre 25 y 30 metros, lo que permite poner cimientos y anclar los molinos en el suelo de los fondos marinos subacuáticos.
Sin embargo, la situación del mar del Norte es única; no se da en otros mares, con plataformas más profundas. Por eso, su desarrollo en el Mediterráneo tendrá características distintas, que requerirán nuevas tecnologías. Los futuros parques eólicos comerciales del Mediterráneo estarán situados a una distancia mínima de entre 15 y 20 kilómetros de la costa. Y como a esa distancia el mar tiene entre los 100 y los 150 metros de profundidad, eso exigirá "poner molinos flotantes", dice Antoni Martínez. No obstante, en la actualidad, en todo el mundo sólo hay un parque eólico de aguas profundas, promovido por Statoil, frente a la costa noruega.
La necesidad de alejar los molinos de viento de la costa viene dada también por las propias medidas proteccionistas. El mapa de áreas eólicas marinas del Ministerio de Medio Ambiente establece diversas zonas de exclusión en una primera franja marítima, de manera que en ella, a lo sumo, se podrían instalar unos 1.500 MW. Por eso, a la larga, no quedará más remedio que colocar los molinos a unas distancias mínimas de 20 kilómetros de la costa, lo cual obligará a trabajar en aguas profundas, con fondos a más de 50 metros.
Es también significativo que esta iniciativa se promueva desde Catalunya, donde ha habido grandes dificultades de aceptación social de esa fuente de energía. En este sentido, los parques se levantarán más lejos ante la constatación de que si se ponen muy cerca de la costa la población no los aceptará. "La experiencia que hemos tenido en Catalunya ha sido muy dura. Por eso, los proyectos en el mar deben hacerse bien, porque si no, tendremos los mismos problemas", dice Antoni Martínez.
La construcción de esta plataforma eólica será un magnífico campo de pruebas para los fabricantes españoles de aerogeneradores –que representan el 16% de la industria mundial–.
Concretamente, contará con la colaboración de fabricantes de equipos o componentes como Siemens, Alstom, Prysmian, Gamesa, Meteosim o MTorres, y con promotores como Iberdrola, Gas Natural o Acciona. "Las empresas españolas no han montado nunca molinos en el mar, y este emplazamiento les puede ser de gran utilidad. Será clave para propiciar la apertura de nuevos mercados".
Los ensayos analizarán y calibrarán las fuerzas de las olas sobre los molinos, la corrosión o la evacuación de la electricidad. También se deberá experimentar con la construcción de subestaciones eléctricas o comprobar el comportamiento de los cables, que deberán adaptarse al movimiento de los molinos flotantes. Igualmente, se estudiará el comportamiento de las especies marinas.
Tomado del diario La Vanguardia de España.
Hasta ahora, los únicos parques eólicos marinos del mundo se han instalado en el mar del Norte, gracias a la escasa profundidad de sus aguas.
La previsión es que los primeros molinos de mar españoles estarán frente a la costa de Tarragona, en una zona aún por concretar, pero presumiblemente entre Vandellòs y el Delta. El lugar ofrece abundantes recursos eólicos y garantiza el funcionamiento de las máquinas más de tres mil horas. El proyecto permitirá, además, crear un gran laboratorio para mejorar el conocimiento sobre la producción de electricidad en el mar.
El proyecto (denominado Zèfir) se desarrollará en dos etapas. En una primera, se levantarán entre dos y cuatro molinos de viento a unos 3,5 kilómetros de la costa, en una zona con agua de escasa profundidad (35 metros), lo que permitirá anclar las máquinas con una cimentación en el fondo del mar. Y, a continuación, para una segunda etapa se plantea situar entre seis y ocho aerogeneradores a unos 20 kilómetros del litoral, en aguas con una profundidad de 100 metros. Esto obligará a colocar los molinos sobre estructuras flotantes sujetas con tirantes al fondo del mar para que no sean arrastrados.
Aunque el proyecto debe pasar aún el trámite de la evaluación de impacto ambiental, sus promotores ya han solicitado la conexión a Endesa para entregar la electricidad limpia a la red. Los primeros molinos (20 MW) darían electricidad equivalente al consumo de unos 8.000 hogares.
La necesidad de construir molinos de viento en el mar responde en gran parte a "la saturación que ya existe en tierra", según explica Antoni Martínez, director del IREC. De hecho, por ejemplo, en Dinamarca, se dejaron de construir molinos en tierra, pues el territorio ya está sembrado de cuatro mil máquinas. A la vez, la necesidad de emplear esta fuente renovable queda recogida también en los planes del Gobierno español, que ha expresado su deseo de instalar entre 4.000 y 5.000 MW de potencia eólica en el mar para el 2020.
La eólica marina abre grandes expectativas, aunque, hasta ahora, sólo ha desarrollado en el mar del Norte. La plataforma continental de este mar ha permitido colocar los molinos como si se tratara de una instalación en tierra, ya que, a una distancia de 60 o 70 kilómetros de la costa, las aguas tienen una profundidad de tan sólo entre 25 y 30 metros, lo que permite poner cimientos y anclar los molinos en el suelo de los fondos marinos subacuáticos.
Sin embargo, la situación del mar del Norte es única; no se da en otros mares, con plataformas más profundas. Por eso, su desarrollo en el Mediterráneo tendrá características distintas, que requerirán nuevas tecnologías. Los futuros parques eólicos comerciales del Mediterráneo estarán situados a una distancia mínima de entre 15 y 20 kilómetros de la costa. Y como a esa distancia el mar tiene entre los 100 y los 150 metros de profundidad, eso exigirá "poner molinos flotantes", dice Antoni Martínez. No obstante, en la actualidad, en todo el mundo sólo hay un parque eólico de aguas profundas, promovido por Statoil, frente a la costa noruega.
La necesidad de alejar los molinos de viento de la costa viene dada también por las propias medidas proteccionistas. El mapa de áreas eólicas marinas del Ministerio de Medio Ambiente establece diversas zonas de exclusión en una primera franja marítima, de manera que en ella, a lo sumo, se podrían instalar unos 1.500 MW. Por eso, a la larga, no quedará más remedio que colocar los molinos a unas distancias mínimas de 20 kilómetros de la costa, lo cual obligará a trabajar en aguas profundas, con fondos a más de 50 metros.
Es también significativo que esta iniciativa se promueva desde Catalunya, donde ha habido grandes dificultades de aceptación social de esa fuente de energía. En este sentido, los parques se levantarán más lejos ante la constatación de que si se ponen muy cerca de la costa la población no los aceptará. "La experiencia que hemos tenido en Catalunya ha sido muy dura. Por eso, los proyectos en el mar deben hacerse bien, porque si no, tendremos los mismos problemas", dice Antoni Martínez.
La construcción de esta plataforma eólica será un magnífico campo de pruebas para los fabricantes españoles de aerogeneradores –que representan el 16% de la industria mundial–.
Concretamente, contará con la colaboración de fabricantes de equipos o componentes como Siemens, Alstom, Prysmian, Gamesa, Meteosim o MTorres, y con promotores como Iberdrola, Gas Natural o Acciona. "Las empresas españolas no han montado nunca molinos en el mar, y este emplazamiento les puede ser de gran utilidad. Será clave para propiciar la apertura de nuevos mercados".
Los ensayos analizarán y calibrarán las fuerzas de las olas sobre los molinos, la corrosión o la evacuación de la electricidad. También se deberá experimentar con la construcción de subestaciones eléctricas o comprobar el comportamiento de los cables, que deberán adaptarse al movimiento de los molinos flotantes. Igualmente, se estudiará el comportamiento de las especies marinas.
Tomado del diario La Vanguardia de España.
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