sábado, 7 de agosto de 2010

Sensibilidad robótica

La mano robótica más popular tiene nombre: Barret. Un grupo de investigación de la Escuela de Telecomunicaciones (Foto) trabaja ahora para equiparla con sensores que a modo de piel artificial sepan medir tanto la presión directa que ejerce como la presión tangencial o producida por rozamiento. Esta aplicación robotizada, con usos variadísimos que van desde la teleasistencia hasta la industria, una vez dotada de sensores táctiles adecuados podrá saber cuánta fuerza debe ejercer para, por ejemplo, mover una lata de melocotones sin aplastarla, pero también sin que se le caiga al suelo.

El equipo científico que dirige el profesor Fernando Vidal comenzó a trabajar en el campo de los sensores táctiles hace seis años. En 2009 logró en torno a 100.000 euros de financiación con cargo al Plan Nacional de I+D+I para ampliar sus áreas de investigación científica.

En este proyecto Vidal dirige tanto a los seis miembros de su grupo como a expertos del Centro de Tecnologías Electroquímicas del País Vasco y de un laboratorio de Grenoble (Francia), para diseñar estos sensores táctiles avanzados realizados con polímeros (plásticos) que midan la presión y la fuerza tangencial o de roce, con tecnologías específicas para que actúen en superficies amplias y entornos complejos.

No es lo mismo que el robot tenga siempre la misma función, que realice los mismos movimientos y halle las mismas circunstancias en cuanto a organización o peso en su trabajo que, por ejemplo, si se trata de un brazo articulado para ayudar a una persona impedida o colaborar en rescates, o sea en escenarios no previsibles. En ese caso, los sensores deben recoger la información y enviarla inmediatamente para que se procese y el comportamiento se adecue en cada momento a cada circunstancia concreta.

El equipo vasco, que tiene una línea de investigación específica en nuevos materiales, colabora con los científicos de la Universidad de Málaga (UMA) en proporcionar polímeros electroactivos aptos para realizar estos sensores. De esta forma se consiguen dispositivos de bajo coste para trabajar en superficies amplias, como por ejemplo la mano robotizada.

Ahora los miembros del grupo científico realizan tres tesis doctorales que forman parte del proyecto general. Así, Julián Castellanos se encarga de estudiar cómo responden esos sensores al rozamiento y presión, se ocupa de realizar las simulaciones pertinentes para mejorarlos, al tiempo que también colabora en la parte electrónica.

La segunda línea se plasma en la tesis doctoral de José Antonio Sánchez Durán que se encarga de elaborar los algoritmos necesarios para corregir los errores que se detectan, compensarlos y determinar hasta qué punto pueden ser tolerados sin incidentes. Finalmente Óscar Ovalle investiga para su tesis el acondicionamiento de estos sensores táctiles en conexión directa con FPGAS, dispositivos programables que permiten extraer mayor rendimiento y realizar cálculos complejos a gran velocidad. Vidal está especialmente orgulloso de esta última pata del proyecto de investigación porque es "la primera vez en el mundo que se los sensores están en conexión directa con FPGAS".

El grupo de Diseño en Electrónica Integrada y Sistemas de la Escuela de Telecomunicaciones está compuesto por tres doctores, el propio Fernando Vidal, Rafael Navas y José Antonio Hidalgo, además de los tres expertos que realizan sus tesis doctorales y una investigadora a tiempo parcial. Hasta el momento han culminado tres proyectos de investigación y este último está previsto que se realice en tres años.


Tomado del diario Málaga Hoy de España.

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