martes, 21 de diciembre de 2010

¿Quién paga por limpiar la energía?

Por algo le dicen La Ventosa. Es una pequeña localidad de 4 mil habitantes en el estado mexicano de Oaxaca, donde los fuertes vientos que soplan desde el Istmo de Tehuantepec suelen provocar accidentes carreteros. Hoy, sin embargo, esta fuerza está siendo aprovechada por 167 aerogeneradores. Con una potencia de 250 megavatios, Eurus es el mayor parque eólico de América Latina, un proyecto conjunto de la empresa española Acciona y la cementera mexicana Cemex, que abastece de energía a un 25% de las plantas de la cementera en el país.

Pese al amplio potencial eólico que posee México, este tipo de energía representa apenas 3% de la matriz energética, según datos de la Secretaría de Energía (Sener). Pero las autoridades esperan que para 2024 cerca de 35% de la capacidad de generación eléctrica provenga de energías limpias.

No es el único gobierno latinoamericano que saca cuentas limpias. Para 2013, Perú prevé cubrir 5% de su suministro energético con tecnologías limpias y de bajo nivel de emisiones de carbono, mientras que Chile espera contar con 20% en 2020. Pero podrían quedarse cortos.

“Se requiere de incentivos muy grandes para que el sector privado participe, lo que supone un fuerte impulso de los gobiernos”, asegura Gerardo Hiriart, experto en energía, quien con más de 30 años de experiencia ha participado en la implementación de diversos proyectos geotérmicos y eólicos en México.

“La energía alternativa es muy cara y comparativamente muy costosa, por lo que no es un sector atractivo”, sostiene Fernando Branger, coordinador asociado del Centro Internacional de Energía y Ambiente (CIEA) del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) de Caracas.

Procurar competitividad

Junto con modificar los marcos regulatorios, los gobiernos deberán implementar tarifas fijas o subsidios específicos que hagan más competitivas a las energías renovables desde el punto de vista financiero. Pero no está claro que lo vayan a hacer. “Las metodologías y los modelos de contratos fueron pensados para nivelar el terreno de competencia de las tecnologías renovables en relación con la generación tradicional, sin otorgar subsidios”, afirmó a comienzos de octubre Georgina Kessel, titular de la Sener.

Los subsidios han sido la base para el desarrollo de la energía renovable en el mundo, principalmente en Europa. Fue el caso de España, que bajo esa lógica ha logrado aumentar la capacidad instalada de la energía fotovoltaica en más de 4 mil megavatios.

Sin embargo, América Latina parte de una base distinta. Europa utilizaba carbón y combustibles fósiles, por lo que el imperativo de disminuir las emisiones de CO2 era mayor. En cambio, la matriz energética de América Latina ya es bastante limpia: 70% de la capacidad energética proviene de fuentes hídricas, y la generación de electricidad sólo produce 10% de las emisiones de gases efecto invernadero de la región.

Los gobiernos europeos contaban además con presupuestos que en la región no parecen estar disponibles.


Tomado del diario Siglo XXI de Guatemala y escrito por Patricia Zvaighaft

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