sábado, 20 de noviembre de 2010

Energía nuclear: ¿Solución o espejismo?

El pasado 26 de abril se cumplieron veinticuatro años del desastre de Chernobyl. Aquel fatídico día, durante un simulacro, una serie de errores humanos provocaron el sobrecalentamiento del reactor RBMK-1000 de la central desencadenando una explosión que liberó a la atmósfera 500 veces más radiación que la bomba de Hiroshima. 31 personas murieron sofocando el incendio en el accidente y cientos de personas resultaron heridas.

Pero las cifras a largo plazo son aún más escalofriantes. Existe una gran controversia acerca de las víctimas mortales reales. Las cifras oscilan entre 4.000 y 200.000 muertes directas e indirectas, sin contar con las enfermedades derivadas de la radioactividad. La radiación se extendió por toda Europa y a día de hoy, la zona que rodea a la central sigue deshabitada en un radio de 30 kilómetros. Es la denominada zona muerta. Allí está prohibido cultivar, cazar y vivir.

Pero ¿qué es la energía nuclear? ¿Por qué se considera tan peligrosa? Todo tiene su origen hace un siglo, cuando Albert Einstein formuló la Teoría de la Relatividad y la equivalencia entre masa y energía, según la cual, la masa se puede transformar en energía y viceversa. En las centrales nucleares obtenemos energía a partir de la fisión de átomos de uranio. Con el lanzamiento de neutrones sobre el núcleo del átomo de uranio, provocamos que éste se rompa en dos y que además libere más neutrones. Estos neutrones vuelven a incidir sobre átomos próximos, lo que genera una reacción en cadena. Esta reacción en cadena produce enormes cantidades de energía que nos sirven para calentar agua y obtener vapor. El vapor de agua nos sirve para mover una turbina y generar así electricidad.


La actividad nuclear emite niveles mortales de radiación. Se necesitan tecnología puntera y personal experto. “La sociedad puede estar tranquila porque las centrales nucleares son seguras. Están en manos de técnicos y profesionales cualificados y son instalaciones que se construyen de manera robusta”, nos asegura María Teresa Domínguez, Presidenta del Foro Nuclear, organismo encargado de velar por la buena imagen de la energía nuclear en representación de los intereses de las compañías energéticas.


Los defensores de la energía nuclear aseguran que accidentes como el de Chernobyl o el de Three Mile Island en Pennsilvania en 1979 fueron una excepción. “Un Chernobyl sería irrepetible” declara María Teresa Domínguez. “El accidente fue una combinación de varios factores: un mal diseño de la central que carecía de un recinto de contención, junto con los errores producidos por los operadores de la misma, dentro de un régimen político en el que no existía un organismo regulador independiente y en el que el entrenamiento era escaso ”.

Lo cierto es que la energía nuclear tiene mala fama. La proliferación de armas nucleares y el accidente de Chernobyl han quedado grabados en el subconsciente colectivo. La sociedad tiene miedo la inestabilidad de una energía altamente radioactiva y a la proliferación de nuevas armas. ¿Son miedos justificados? ¿Es peligrosa la energía nuclear en pleno siglo XXI? “La mala fama de la energía nuclear está en parte justificada y en parte se ha fomentado artificialmente por motivos espurios. Sobre el accidente de Chernobyl se miente de una forma desvergonzada y siniestra. Lamentablemente, accidentes como el [escape químico en el año 1984] de Bhopal, con muchísimos más afectados, se ignoran por su escasa rentabilidad política e ideológica en comparación con el rechazo a la energía nuclear”, afirma Lozano Leyva. “La producción de electricidad con la energía nuclear se ha mostrado, tras cincuenta años, como la forma más segura. ¿Se imagina si se hiciera un balance de los desastres humanos y ambientales del petróleo, el gas y el carbón?”.


Marcel Coderch no se muestra tan optimista e insiste en que los problemas fundamentales de la energía nuclear son hoy los mismos que hace 50 años: coste, seguridad, residuos y proliferación. “Si los reactores son tan seguros como dice la industria, ¿cómo es que ninguna compañía de seguros quiere extender una póliza que cubra la responsabilidad civil de una central nuclear?” asegura. “Si los riesgos son mínimos, ¿cómo es que la industria nuclear no puede convencer a las compañías aseguradoras del buen negocio que supondría para ellas?”.


He aquí el principal escollo de energía nuclear: los residuos radioactivos. La industria atómica genera residuos muy tóxicos que durarán miles de años y deben permanecer todo ese tiempo bajo control. Según sus detractores es imposible garantizar la seguridad de las plantas de residuos nucleares. “Es imposible asegurar nada. La peligrosidad de estos residuos se mantiene durante más de 100.000 años, un período superior a la propia existencia de la especie humana.


Ningún país del mundo ha encontrado una solución que neutralice estos residuos”, asegura Marcel Coderch. “Ninguna civilización humana ha durado más de unos pocos miles de años.Estamos haciendo responsables de las consecuencias negativas de nuestros consumos a miles de generaciones venideras”. Los residuos nucleares se clasifican y almacenan dependiendo de su radioactividad. Son los residuos de alta actividad los que más preocupan. Una vez que se ha consumido el combustible del reactor, son almacenados temporalmente en una piscina construida con paredes de hormigón y acero. El almacenamiento temporal prolongado es una solución a medio plazo, un paso intermedio antes de ser transportados a una localización definitiva.


Actualmente se estudia la posibilidad de confinar de forma definitiva estos residuos en el subsuelo. El principal problema del llamado Almacenamiento Geológico Profundo es la necesidad de construir los almacenes en zonas geológicas estables, alejados de actividad sísmica y de aguas subterráneas. En su defensa los partidarios de la energía nuclear aseguran que, a diferencia de los gases invernadero que quedan dispersados en la atmósfera, los residuos radioactivos permanecen bajo control. “Toda industria produce residuos, unos que duran miles de años, como el dióxido de carbono en la atmósfera, y otros toda la vida porque son estables como los elementos pesados de muchas industrias químicas” afirma Lozano Leyva. “La diferencia con los residuos radiactivos es que estos van decayendo en su peligrosidad y son reciclables en buena medida. Se gestionan y permanecen localizados, no esparcidos en la biosfera”.


Por otro lado, los residuos nucleares ocupan relativamente poco si los comparamos a los de otras industrias. Aunque esto último tampoco parece tranquilizar a los antinucleares. “Es irrelevante” nos asegura Marcel Coderch. “Tenga en cuenta que un miligramo de plutonio inhalado es una dosis mortal”. En España los residuos de baja y media actividad radioactiva generados en nuestras centrales son transportados al cementerio nuclear de El Cabril (Córdoba), gestionado por ENRESA (Empresa Nacional de Residuos Radiactivos). Los residuos de alta actividad son almacenados temporalmente en las piscinas de las centrales y en Francia, país al que España paga una tasa de 40.000 euros diarios por este motivo. Recientemente el gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero anunció la creación de un almacén temporal de residuos en territorio español. “Los residuos nucleares constituyen un problema de considerables proporciones a escala mundial. Nadie puede negar esto” nos asegura Jesús Alique, Portavoz de Industria del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados. “La gestión de su almacenamiento obliga a importantes desembolsos que acabamos pagando todos los ciudadanos. La energía nuclear tiene sus ventajas, pero también indudables inconvenientes como, por ejemplo, éste”.


¿Cuáles son las soluciones para el futuro?


Todo el mundo barre para casa. Desde los ámbitos económicos se incide en que el problema está en satisfacer la demanda y el asunto medioambiental pasa a un segundo plano. Otros, en cambio, anteponen lo medioambiental a lo económico.


En EEUU la administración Obama pretende fomentar el uso de energías renovables para limitar su dependencia de los combustibles fósiles, mientras que en Europa cada vez son más los países que apuestan por la energía nuclear. El modelo francés es abiertamente pronuclear, con más de 58 centrales. Por su parte, el Parlamento sueco ha levantado la prohibición de la construcción de nuevas centrales, vigente desde hacía más de 30 años. Alemania acaba de prorrogar por 12 años la vida activa de sus centrales nucleares.


En el caso de España es diferente. Lejos de levantar la moratoria nuclear de 1986, José Luís Rodríguez Zapatero fue más allá y prometió el cierre progresivo de las centrales en su programa electoral, aunque cada vez hay más voces discordantes. Por su parte, el Consejo de Seguridad Nuclear, el organismo encargado de que los ocho reactores en funcionamiento cumplan todos los requisitos de seguridad, ha publicado un informe favorable a la ampliación del plazo del cierre de Santa María de Garoña, previsto para 2013. “El cierre de las centrales nucleares no beneficia a nadie. Perjudica a sus trabajadores, al entorno, al medioambiente, a la economía del país y a la sociedad en genera” asegura María Teresa Domínguez, Presidenta del Foro Nuclear. “Sin ellas, los problemas medioambientales, energéticos y económicos se agravarían. Cada vez más países se están dando cuenta de la necesidad de la energía nuclear para frenar las emisiones contaminantes y la dependencia de los combustibles fósiles”.


Evidentemente, se intuye que las compañías energéticas están muy interesadas en un resurgimiento nuclear y todos los beneficios económicos que esto les supondría. Esto no significa que se opongan a las renovables; también son las grandes beneficiadas del auge de las energías limpias. Sin ir más lejos, son estas mismas compañías, a través de la subcontratación, las que fabrican, instalan y venden. España, además, es una potencia al alza en cuanto a energía eólica se refiere. Nuestras empresas son exportadoras.

No obstante la opinión generalizada es que, hoy por hoy, las energías renovables por si solas no pueden abastecer la demanda actual. La energía eólica depende de una fuente intermitente como es el viento y existen enormes dificultades para seguir explotando el parque eólico español. Tampoco disponemos de la tecnología suficiente para hacer que otras energías como la solar y la mareomotriz generen electricidad a gran escala. En lo que sí parecen estar de acuerdo los expertos, pronucleares y antinucleares, es en que hay que seguir investigando en el desarrollo de las energías renovables. Según asegura Lozano Leyva, catedrático de Física Nuclear, la energía solar fotovoltaica “está en fase de investigación y no de desarrollo”. Sin embargo, la administración parece más interesada en subvencionar placas solares de escasa rentabilidad, fabricadas e instaladas por las propias compañías energéticas, en vez incentivar la investigación. “Con una fracción pequeña de la prima que se le dio el año pasado de 2.600 millones de euros para producir tan sólo 2% de la electricidad consumida [generada por placas solares], se podría haber organizado un magnífico centro de investigación de ese tipo de energía. En lugar de eso, podría ser que se estuviera llenando el campo de futura chatarra”.


Cada vez son más los que abogan por un mix energético entre renovables y energía nuclear, ya que, a todas luces, no hay posibilidad a corto plazo de que las renovables sean capaces de sustituir a las energías contaminantes por sí solas. “Las energías renovables se han de investigary desarrollar todo lo que el ingenio y el sentido común permitan, lo que hay que decidir es quélas respaldará, si la energía nuclear o la energía fósil” afirma Lozano Leyva. Sin embargo, los hay que son más optimistas en cuanto al futuro de las renovables. “No estoy de acuerdo con que el potencial eólico español esté saturado, ni tampoco que su rendimiento sea mucho menor queel de una nuclear. Es evidente que hoy no es posible generar toda la electricidad queconsumimos con fuentes renovables, fundamentalmente porque nunca nos lo hemos propuesto. Pero tampoco es viable generarla toda con nucleares” afirma Manuel Coderch. “Si nos lo propusiéramos, sí sería posible dentro de unas décadas generar buena parte de nuestrosconsumos eléctricos con fuentes renovables. La energía solar que baña el planeta en un díaequivale a 20 veces nuestro consumo anual mundial. Ninguna fuente energética puede competir a este nivel con la energía. Cuanto antes empecemos a mejorar nuestra capacidad de captación y almacenamiento solar, antes llegaremos a una solución definitiva y sostenible”.


Los científicos investigan otras posibilidades. La fusión nuclear se posiciona como una firme candidata a convertirse en la energía limpia y sostenible del futuro. A diferencia de la fisión, ésta se origina a través de energía liberada por la unión de dos átomos y utilizaría fuentes inagotables como el agua. No obstante, esta nueva energía está todavía lejos de ser una realidad. “La fusión nuclear parece hoy tan lejana como hace cincuenta años” afirma Coderch. “Llevamos cincuenta años diciendo que faltan cincuenta años. De hecho, cuanto más investigamos la fusión más parece que se aleja su horizonte comercial porque vamos descubriendo más dificultades”.


Una vez abierta la caja de Pandora, cada vez está más claro que éste es un asunto que requiere un amplio debate a todos los niveles. Es probable que, independientemente de nuestra posición en contra o a favor, lleguemos a la conclusión de que el verdadero problema son nuestros hábitos de consumo y debamos abogar por el ahorro energético. “Quizás este problema no tiene solución, ni con nucleares, ni sin nucleares. Quizás el problema que tenemos que plantear y resolver es otro que sí tenga solución, aunque la única solución previsible no nos gustedemasiado: reducir el consumo”. Sin embargo, hay una cosa de la que podemos estar seguros. Mientras discutimos, el cambio climático avanza y el tiempo para reaccionar se nos acaba.

Tomado del diario El Confidencial de España.

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