Debido a esto, una empresa de energía buscó en el Centro Internacional de Física (CIF) un sistema para medir el desplazamiento del terreno donde se encuentran instaladas las torres de energía eléctrica y determinar su inclinación.
La firma inició, de esta manera, un programa piloto con el fin de hacer un monitoreo constante para detectar el más mínimo movimiento del suelo y evitar un posterior colapso de la torre y un choque de las líneas de alta tensión.
Para esto se instaló un sistema que consta de tres partes: dos sensores, uno colocado justo debajo de la estructura de la torre, y el otro a 20 metros de distancia.
El primero mide cómo se va inclinando la torre y el segundo el desplazamiento del terreno. El tercer componente es un equipo puesto a 17 metros de altura cuya función es transmitir la información que emiten los sensores a través de un enlace inalámbrico celular conectado con un servidor de Internet donde se revisan los datos que envía el sistema cada cuatro horas.
"Dos dispositivos están 80 centímetros bajo tierra y cuentan con un conjunto de baterías alcalinas que diseñamos aquí en el centro, que pueden durar un año alimentando una tarjeta electrónica que tiene el chip sensor de aceleración de la gravedad", explica Iván López, investigador del CIF, en entrevista con la Agencia de Noticias UN.
El equipo, que se encuentra a 17 metros de altura y cuenta con un módem para comunicarse por Internet, funciona con un panel solar que se encarga de suministrarle energía.
"El acceso a la información enviada por el sistema está protegido por un usuario y una clave, y así podemos observar las gráficas y las variables del estado del terreno. Pero el equipo, además de reportar inclinaciones, nos enseña el estado de salud del sistema y nos dice cómo va la batería de los sensores enterrados", agrega López.
El mantenimiento está programado para realizarse tres veces al año y hacer visitas al área rural de los municipios La Pintada y Fredonia (Antioquia), donde están instalados los dispositivos.
Otro aparato está enterrado frente a las instalaciones del CIF, en el campus de la Universidad Nacional, para realizar estudios y pruebas. "Obviamente aquí el terreno es muy estable pero nos ayuda a comprobar el funcionamiento de todo el equipo para compararlo con el que tenemos en terreno, además podemos revisar cómo hacer alguna reparación o mantenimiento cuando sea necesario", concluye López.
El CIF, en alianza con el IDU (Instituto de Desarrollo Urbano) de Bogotá, utiliza unos aparatos similares a estos en 30 puentes vehiculares para medir su deterioro.
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