domingo, 22 de enero de 2012

Alargar la vida útil de las nucleares es la principal apuesta tras Fukushima

La industria nuclear continúa sumida en un fuerte estancamiento en términos globales. Los altos costes de sus inversiones económicas y la dificultad para recuperarlas (dados los largos y cambiantes ciclos económicos de estos proyectos), así como un cierto síndrome de Fukushima, son factores que juegan en su contra.

La
construcción de nuevas centrales nucleares es una excepción en los países occidentales. Actualmente, hay 64 centrales en construcción en todo el mundo, pero más de la mitad (el 55%) están en el mundo en desarrollo, y tres cuartas partes en China (27), Rusia (11), India (5) y Corea del Sur (5).

En España, el Gobierno excluye la construcción de nuevas centrales y se inclina por prolongar su vida útil. La pretensión de revocar el cierre de Garoña –previsto para el 2013– y prolongar su funcionamiento hasta el 2019 se inscribe en esta línea. La prórroga de las centrales aparece como la mejor opción para mantener sus constantes vitales.

En todo el mundo, existen 437 reactores, que operan en 30 países. Hay siete centrales menos que hace diez años (aunque su potencia sube ligeramente). El sueño de cuantos imaginaban que la energía eléctrica pivotaría sobre la energía del átomo se ha desvanecido. El papel de esta fuente de energía está declinando, con un estancamiento que se prolonga desde 1990; actualmente aporta el 13% de la generación de electricidad.

El accidente de Fukushima ha ensombrecido su futuro. Alemania decidió cerrar inmediatamente las centrales (8) que superen los 30 años de antigüedad. Suiza decidió suspender el proceso para aprobar tres nuevas centrales hasta revisar sus estándares de seguridad. Italia ratificó su renuncia (acordada en 1988). Y la autoridad de la seguridad nuclear de Francia ha anunciado, tras auditar las centrales galas, que deben hacerse inversiones de miles de millones de euros para obtener garantías de seguridad.

En la UE, entre los proyectos que han sido citados para invocar el renacimiento nuclear está la planta de Olkiluoto, en Finlandia, de tecnología francesa, aunque la instalación, iniciada en el año 2005, ya lleva un retraso de cuatro años y su presupuesto se ha incrementado un 97%. Francia (1), Bulgaria (2) y Eslovaquia (2) son las otras naciones europeas que promueven centrales nucleares.

El Reino Unido mantiene su plan para apoyar la energía nuclear, pero con precios regulados, como se hace con las energías renovables, para garantizar los beneficios y permitir que obtengan una ventajosa financiación. "Pero aun así, eso tampoco anima a los inversores", explica Jordi Ortega, investigador de la Universidad Carlos III.

La prórroga en el funcionamiento de las centrales nucleares tiene como principal referencia a Estados Unidos, que ha renovado el funcionamiento a 59 reactores hasta 60 años. En EE.UU., el parón ha sido espectacular. Desde 1973, sólo se ha levantado una central (Watts Bar 1, en 1996). Actualmente hay una en construcción (Watts Bar 2, iniciada en 1972 pero congelada en 1985); y del plan de apoyo de la era Bush sólo quedan dos proyectos que esperan la autorización final, al reducirse el apoyo en los créditos garantizados.

Alemania, tras el accidente de Fukushima, además de cerrar sus ocho instalaciones nucleares más viejas, decidió establecer el calendario de cierre antes del 2021, con lo que tendrán una media de vida de 32 años. Además, se ha previsto una tasa para que parte de los beneficios se destine a fomentar las energías renovables.

La revitalización de la industria nuclear confiaba en el diseño de nuevos reactores destinados a ofrecer una energía más barata y más segura, pero esto ha sido "una falacia", según el estudio de Mycle Schneider. El informe señala que los costes de inversión en nuevas plantas aumentaron seis veces en la pasada década, por el largo y complejo proceso de diseño conceptual, revisiones y obtención de licencias. "Y el accidente de Fukushima sólo contribuirá a que sus costes se encarezcan más", se añade.

La construcción de una planta nuclear (1.00 MW) cuesta entre 4.000 y 5.000 millones de euros, mientras que si es de gas vale unos 2.000 millones de euros, admite María Teresa Domínguez, presidenta del Foro de la Industria Nuclear, que agrupa los intereses de sector.

En España, donde no existe moratoria nuclear, las compañías eléctricas podrían intentar construir nuevas centrales. Pero, "de momento, no han presentado ninguna solicitud", admite María Teresa Domínguez. La prioridad del sector (y también del Gobierno) es, sin duda, prolongar los periodos de operatividad.

De hecho, en España no se precisa más electricidad, pues existe un parque de generación eléctrica sobredimensionado. La punta de demanda eléctrica alcanza los 44.000 MW, mientras que la potencia instalada tiene 103.000 MW tras el fuerte desarrollo de las plantas de ciclo combinado y el boom de la eólica.

"Las plantas nucleares, o bien se levantan con ayuda del Estado o no se pueden hacer, y esa pretensión es contradictoria con el discurso liberal con el que se presentan sus partidarios", sostiene Javier García Breva, presidente de la Fundación Renovables.

Pese a que en nuestro país no hay ningún proyecto nuevo en marcha, sus partidarios ven necesario planificarlas a medio y largo plazo, pues, de media, se precisan unos diez años hasta que los proyectos se plasman. "No sería ilógico pensar que España iniciase la tramitación de nuevas centrales, pues, si se inicia un periodo de crecimiento económico, en el plazo de 10 o 15 años, deberíamos tener en el mix energético alguna unidad más", agrega la presidenta del Foro Nuclear.

Jaume Morron, experto en energía, estima que el accidente de Fukushima simboliza la repercusión de un suceso nuclear. "Algo que tenía un valor de miles de millones de dólares se convierte en una rémora. Se necesitarán 20 años para desmantelar las instalaciones y 100 años para recuperar el emplazamiento. El Gobierno nipón estudia nacionalizar la empresa Tepco", afirma. Morron considera relevante que la empresa ABB (de bienes de equipo nuclear) renunciara hace un decenio a las inversiones en la industria nuclear, algo que anunció también Siemens recientemente, mientras que juzga sintomáticas las pérdidas económica de Areva, la multinacional francesa.

Otros expertos, como Jordi Ortega, destacan que la hoja de ruta trazada por la UE en materia energética para el 2050 incluye algunos escenarios en los que la energía del átomo resulta casi irrelevante en 40 años.

De hecho, la prórroga de la vida de las centrales nucleares es la única salida de la industria para enfocar su futuro desarrollo. Para mantener el mismo número de plantas en operación, se necesitarían finalizar 18 reactores antes del 2015, lo que significa conectar a la red una planta cada tres meses en la próxima década y otras 191 unidades en la siguiente década: una cada 19 días. ¿Lo conseguirá el sector?

Las restricciones en la fabricación, las exigencias crecientes de seguridad adicional, las dificultades de provisión de uranio, la escasez de expertos y los riesgos de proliferación nuclear son factores que siembran muchas dudas, dice García Breva. En la UE, entre el 2000 y el 2010, las fuentes de generación que crecieron más fueron el gas (118.192 MW adicionales), la eólica (74.414 M) y la fotovoltaica (26.427), mientras que bajaron la nuclear (7.594 MW), el carbón (9.504 MW) y el fuel (13.165 MW).


Tomado del diario La Vanguardia de España

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