El mundo se mueve y el 13,5% de la energía que usa para hacerlo es de origen nuclear , aunque hay países en que esa proporción se eleva hasta el 40%. Lo cierto es que sobre el planeta hay instalados 442 reactores nucleares repartidos en 29 países y hay otros 65 en construcción. EE.UU. es el que más tiene (104), pero no es el país que más depende de ella. El puesto en el ránking de la “nucleardependencia” lo encabeza Francia. Sus 58 reactores generaron el 76,2% de la energía que consumió en 2008.
Hasta la ola de diez metros que arrasó el noroeste de Japón el 11 de marzo, la energía atómica con fines pacíficos vivía días de pocas críticas masivas. En el debate que cuestionaba –por contaminar y provocar el calentamiento global– a la energía proveniente de fuentes no renovables como el petróleo, el gas y el carbón, lo atómico había logrado posicionarse como una alternativa limpia, explicó a Clarín Gustavo Lahoud, especialista en temas energéticos del grupo de investigación CLICET. Atrás habían quedado los dos incidentes que provocaron el terror de un escape radiactivo que afectara a la población de las zonas vecinas a las plantas nucleares (Ver Antecedentes...).
Pero Fukushima mostró que lo seguro no lo era tanto. Tras la ola sobre la central japonesa, la dependencia actual de la energía nuclear quedó cuestionada. El director del Centro de Estudios Estratégicos de Washington, Walter Laqueur, advirtió esta semana: “La energía nuclear se lleva un porcentaje que no puede ser sustituido rápidamente. La humanidad habrá de acostumbrarse a vivir con menos energía más eficiente aunque ello comporte costos más elevados y quizás un descenso del nivel de vida”.
En el fondo del debate sobre el uso nuclear con fines pacíficos está la discusión sobre la forma de crecimiento. “Lo económico y lo ambiental no se pueden separar. Porque si se lo hace se entra en una discusión sin salida. Es erróneo plantear que, para que un país sea competitivo, se necesita energía a cualquier costo –incluso con determinado riesgo ambiental y a la seguridad de la población– porque si no se debe dejar de crecer o se generará pobreza,” advirtió a Clarín Diego Hurtado, especialista de la Universidad Nacional de San Martín e investigador del CONICET. Para el científico pensar en el debate sobre lo nuclear también será pensar cómo crecer, para qué y a qué precio.
Ante este panorama, la pregunta es si se puede reemplazar la energía nuclear. En el “sí” rotundo están los ambientalistas. “Mantenemos una posición muy crítica”, sostuvo ante Clarín Juan Carlos Villalonga de Greenpeace. “Por sus altísimos costos y por ser muy riesgosa. Para mitigar su peligro hay que gastar más”.
Desde el punto de vista estratégico, Lahoud sostiene que una matriz equilibrada debería tener lugar para las centrales hidroeléctricas, eólicas y solares y los biocombustibles –que implican el desarrollo de combustible a partir de los granos y hasta incluso de las algas–. En ese esquema lo nuclear podría tener una proporción del 15 %. Pero nunca crear una dependencia de esta fuente como lo hizo Japón y Francia, advirtió. Porque tras el colapso “indominable” de Fukushima, los países que ataban su crecimiento a la energía nuclear quedaron cuestionados. Si el crecimiento tiene riesgo radiactivo, valdría la pena debatirlo.
Three Mile. En su momento, el mayor accidente –en un nivel 5– había sucedido el 28 de marzo de 1979 en Three Mile Island, EE.UU. En la foto, tomada antes de ese hecho, un vecino corta el césped en el jardín de su casa. Tras el incidente, aunque no hubo víctimas fatales, la población circundante debió ser trasladada.
“Coincido con que la opción nuclear tiene costos altos y plazos largos”, dijo a Clarín el ex secretario de Energía, Jorge Lapeña “Argentina tiene que ver cómo amplia el modo de su oferta y cómo se financia”.
1 comentario:
Muy interesante el blog, comenzé a estudiar Ing. Electricista y lo leo seguido.
En el apartado "Antecedentes peligrosos" hay un error de 10 años en la fecha del accidente en Chernobyl.
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